Pongamos de moda las pieles reales
Desde muy niña, recibí mucha información sobre el cuidado de la piel, del cuerpo y de la “salud”. Y no fue hasta que, de adolescente, tuve un accidente que me dejó una cicatriz de 8 puntos directo en la mejilla, ahí, en lo más visible de toda mi cara. Y por años de años, buscaba solo la manera de ocultarla, desaparecerla, disminuirla. Consciente e inconscientemente volteaba mi cara para que no vieran el lado de mi cicatriz, gastaba toda mi propina ya sea en maquillaje o en cremas que juraban que harían milagros, ¿Por qué?
¿Y a mi quién me dijo que tener una cicatriz está mal? ¿Quién me hizo creer que, por mi cicatriz, mi piel ya no era “bonita”? ¿En dónde vi que como se veía mi piel, no era como “debía” verse? No fue hasta que me di cuenta que lo que me vendían no eran pieles reales, me vendían una imagen que no existe, una piel perfectamente tersa, sin texturas, y con un tono uniforme, como pintada a mano. Y una piel que busqué por muchos años, y que me hacía sentir que tenía que hacer lo que sea necesario para obtenerla.
Así que hoy te propongo cuestionarte lo que en algún momento hice, mirar a tu alrededor y ver la diversidad en todo su esplendor, que cada piel es única, es normal, es REAL. Con líneas de expresión, acné, manchas, cicatrices, textura, porque todo eso, es REAL. Y que está bien querer buscar cambios, querer hacer una diferencia en nuestra piel, pero que esos cambios vengan desde un lugar de amor, de aceptación, de respeto y de saber que tu piel es real, te cuida y comunica todo lo que le pasa a tu organismo. Miremos hacia adentro y cuestiónate, ¡pongamos de moda las pieles reales!
Todas merecemos sentirnos cómodas en nuestra propia piel.
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